
Las crisis son desesperantes. Ramón, conducía su automóvil bajo un alto puente que se extendía sobre la carretera. Allá arriba, un hombre intentaba suicidarse subiéndose hacia el exterior del pasamano. Ramón salió de la carretera, se dirigió hacia el puente, bajó del auto, y tratando de establecer conversación, se pasó también afuera del pasamano. Asido de una malla de alambre, caminando cuidadosamente, llegó hasta donde estaba el hombre.
— Déjame acercarme, deseo conversar contigo.
— Vete, a nadie le importa lo que a mí me pasa —fue la respuesta.
—A mí me importa —dijo Ramón—, estoy arriesgando mi vida para hablar contigo.
Llegando hasta el hombre, Ramón extendió un brazo por la espalda del suicida, asiéndose de la malla al otro lado, y con sus espaldas hacia la carretera que estaba allá abajo, presionaba contra la malla al suicida con el frente de su cuerpo. Era un joven que dijo llamarse Carlos, y llorando decía: “Déjenme morir”.
Las manos de Ramón parecían ceder durante los treinta minutos que Carlos habló de su crisis. Por dificultades con su padrastro había huido de su casa, dejando atrás a su madre. Estudiar le era una lucha, había estado varias veces en la correccional y en la cárcel por sus constantes peleas y riñas. Acababa de cumplir años, y nadie, ni sus hermanas, ni su madre habían llamado por teléfono, y como si todo esto fuera poco, su novia había terminado su relación con él. Él se sentía abandonado, con una gran conmoción emocional, sin paz, sosiego o estabilidad, pensó que lo mejor era terminar con todo.
¿Atraviesas alguna crisis? No eres el único, nadie está exento de esa posibilidad. Los discípulos de Jesús son conocidos por su gran labor en la extensión del cristianismo. Jesús sabía que confrontarían muchas crisis: azotes, cárcel, desprecio, calumnias, persecución, penurias, hambre. Para prepararles les dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn. 14:27). Habiéndola experimentado Pablo escribió: “La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Flp. 4:7). ¿Tienes esa paz para vencer las crisis?
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